En el año 1990, se encontró un cráneo de un monodóntido bastante inusual en el oeste de Groenlandia y se recolectó para el Museo de Historia Natural de Dinamarca, Universidad de Copenhague.
Según el informe, se trata de una de las tres ballenas poco comunes que fueron capturadas durante una cacería de subsistencias entre 1986 y 1987 en la Bahía Disko del oeste de Groenlandia, uno de los pocos lugares donde llegan las belugas y los narvales en la temporada de apareamiento.
Las ballenas eran completamente grises, con aletas pectorales en forma de belugas y con colas en forma de narvales.
Al analizar su morfología de este cráneo, los investigadores supusieron que este correspondía a una híbrido de beluga y narval, dos especies de cetáceos. Ahora un estudio reciente confirmó que se trata en efecto de este.
Se realizó un análisis de ADN del cráneo del cetáceo y se encontró que era un descendiente masculino de una madre narval y un padre beluga.
Eline Lorenzen, una bióloga evolutiva y curadora del Museo Nacional de Dinamarca en la Universidad de Copenhague, donde se encuentra el cráneo, comentó que el cazador inuit que entregó el cráneo a los investigadores afirmó no haber visto nunca antes ballenas tan extrañas como las que había encontrado.
Para esta bióloga, el análisis de ADN de décadas del cráneo fue “pésimo”, por lo que lo repitieron utilizaron otras técnicas para analizarlo nuevamente. Descubrieron que este estaba conformado en una proporción de 50-50 de ADN de beluga y narval, confirmando así que se trataba de un híbrido de primera generación.
Al analizar los isótopos se observó que el ejemplar pudo haber tenido patrones de alimentación diferentes de cualquiera de las dos especies progenie. Hasta el momento, no hay forma de saber si este híbrido era fértil.
Características físicas del híbrido cetáceo

Randall Reeves, un biólogo de ballenas que dirige el grupo de los cetáceos en la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, no participó en la investigación, pero ayudó a describir el cetáceo como un híbrido en décadas anteriores.
Antes del último análisis de ADN que reveló que se trataba de un híbrido, se sabía que el animal no era ni belga ni narval por varias características de su morfología.
Una de ellas era la forma de sus dientes, que era muy diferente de estas dos especies típicas del Ártico. Por ejemplo, las ballenas belugas tienen 40 dientes en forma de clavija. Por otro lado, las hembras narvales no tienen dientes, mientras que los machos tienen uno o dos en forma de espiral que perforan sus labios y forman una especie de “colmillo”.

En cambio, el híbrido encontrado tenía dientes estriados hacia adelante, pero tenía el colmillo de los narvales.
Otro punto a destacar es el tamaño del cuerpo. Las hembras narvales son similares a las hembras belugas en tamaño y forma, por lo que podría ser posible que se confundieran en el apareamiento. Tal como señaló Reeves, “una narval impregnada por una beluga masculina es bastante creíble».
Sin embargo, los investigadores que han estudiado estos cetáceos señalan que esta mezcla, a pesar de ser posible, es bastante extraña.
Las ramas de beluga y narval del árbol genealógico de la familia de las ballenas se separaron hace aproximadamente 5 millones de años. Esto ocurrió prácticamente al mismo tiempo que los antepasados humanos y los chimpancés se separaron.
Los investigadores tampoco consiguieron evidencia de otros híbridos entre belugas y narvales en los últimos 1,5 millones de años, por lo que el hallazgo presentado en la conferencia de investigadores de beluga celebrada en Mystic, Connecticut, en marzo causó un gran revuelo en la comunidad científica presente.
Los humanos observan ballenas en el Ártico con poca frecuencia, por lo que es difícil catalogar el hallazgo como una casualidad. Sin embargo, expertos en el área aseguran que no es nada común, pero que no debería sorprender encontrar otros híbridos similares.
Referencias:
Hybridization between two high Arctic cetaceans confirmed by genomic analysis. https://www.nature.com/articles/s41598-019-44038-0