Recientemente, un equipo de investigadores ha desarrollado una técnica que permite evaluar el funcionamiento de diversos tipos de antibióticos de forma rápida y eficaz, lo que pudiese allanar el camino para encontrar la solución al problema de la resistencia a los antibióticos.

En líneas generales, por curioso que parezca, los investigadores probaron la eficacia de los antibióticos en la saliva de un oso pardo salvaje, capturado en el este de Siberia.

¿Por qué probar el funcionamiento de los antibióticos en un oso salvaje?

Los microorganismos que se pueden encontrar en el organismo de animales salvajes y otras fuentes exóticas no han sido explorados en el desarrollo de antibióticos.

En este sentido, de acuerdo a los investigadores, los microbios que pueden encontrarse naturalmente en el organismo de los animales salvajes pueden servir como un factor de protección ante cualquier agente patógeno que les rodea.

De esta manera, la innovadora técnica desarrollada por los científicos, permite probar de forma individual el microbioma de los animales a fin de desarrollar nuevos antibióticos y evaluar la influencia de agentes externos sobre el microbioma animal.

En torno a esto, Konstantin Severinov, proveniente del Instituto de Microbiología Waksman y Profesor de la Universidad de Rutgers-Ner Brunswick, quien lideró el equipo de investigadores, plantea que buscar bacterias para la producción de antibióticos en placas de Petri resulta tedioso y, a veces, poco efectivo.

Sin embargo, al usar la saliva de un oso pardo siberiano, se puede determinar rápidamente el espectro de la actividad antibiótica de su microbioma natural.

¿Cómo funciona la técnica?

Para poner a prueba la técnica, los investigadores capturaron un oso pardo siberiano salvaje, que luego fue liberado.

Al respecto, los científicos explican que el microbioma de los animales salvajes depende en gran parte de su dieta en sus entornos naturales, por lo que, para obtener resultados más precisos, los investigadores capturaron al oso en el desierto de Siberia, lo que representa su hábitat natural.

De otra forma, según los investigadores, si hubiesen empleado un animal criado en un entorno humano, como un zoológico o laboratorio, no hubiese sido posible estudiar la diversidad de su microbioma natural.

La técnica empleada implica colocar una bacteria proveniente de la boca del oso salvaje, o de otra fuente compleja de microorganismos con propiedades antibióticas, en una gota de aceite para así evaluar su acción en contra de agentes patógenos, como el Staphylococcus Aureus.

El Staphylococcus Aureus es una bacteria resistente a varios antibióticos, como la meticilina que causa enfermedades graves como la neumonía y sepsis, lo que potencialmente puede ocasionar la muerte.

En este sentido, se usaron potentes equipos que permitieron clasificar miles de gotas de aceite con bacterias provenientes del oso salvaje, tras lo que se encontró que una de las bacterias colocadas en estas gotas luchó eficazmente contra el Staphylococcus A.

Particularmente, la cepa de una bacteria llamada Bacillus Pumilus, proveniente de la saliva del oso que logró acabar con el Estafilococo produce un antibiótico conocido llamado amikacina.

En síntesis, tras aislar una especie bacteriana proveniente del microbioma natural del oso, fue posible evaluar su respuesta a diferentes patógenos, comprobando el funcionamiento de la vida bacteriana del organismo ante diferentes agentes externos.

Por tanto, los investigadores concluyen que la técnica representa una poderosa herramienta para descubrir y probar la eficacia de antibióticos y cuantificar la influencia de bacterias externas sobre el microbioma.

Referencia: Ultrahigh-throughput functional profiling of microbiota communities, (2018). https://doi.org/10.1073/pnas.1811250115

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *