Si bien se trata de un evento meteorológico infrecuente, la intensificación de las tormentas tropicales observada en las más recientes temporadas, incrementa la posibilidad de que dos o más huracanes colisionen.

En octubre del año 1921, el meteorólogo japonés Sakuhei Fujiwhara, afiliado al Observatorio Meteorológico Central de Tokio, describió por primera vez las interacciones de las fusiones ciclónicas, en particular entre dos vórtices. En la actualidad, la interacción de dos huracanes es conocida como el efecto Fujiwhara.

Interacción condicionada

De manera consecuente a las consideraciones teóricas de Fujiwhara, las modernas observaciones meteorológicas indican que cuando dos ciclones se acercan a una distancia aproximada de 1.500 kilómetros, éstos orbitarán entre sí haciendo piruetas alrededor del otro, ya sea en sentido antihorario, si la interacción ocurre en el hemisferio norte, o en el sentido de las agujas del reloj para el hemisferio sur.

Eventualmente, comenzarán a girar en espiral hacia un punto central. Esto sucede por una de dos razones: o los vientos divergentes esencialmente los empujan juntos, o por algo llamado advección de vorticidad positiva, que describe cómo las regiones de alto centrifugado (huracanes, por ejemplo) migran hacia áreas de bajo centrifugado (el espacio entre los dos).

Si hay una diferencia significativa en el tamaño de los huracanes, el huracán con el vórtice más grande, el más poderoso, suele dominar los procedimientos, y el huracán más pequeño orbitará alrededor de él por un tiempo, antes de ser absorbido, repelido o atenuado.

Normalmente, la interacción caótica de dos tormentas tropicales completamente diferentes, cuyos vientos externos van en direcciones diferentes, significa que la fusión actúa como una fuerza perturbadora. Esto tiende a reducir la fuerza general de la entidad singular y la fragmenta en restos menos vigorosos.

Efecto perturbador

En ocasiones, que dos huracanes coincidan en su trayectoria puede provocar un efecto de rebote e impulsarlos en direcciones completamente diferentes a las rutas en las que estaban originalmente. En el año 1974, los huracanes Kristen e Ione se encontraron, pero terminaron repeliéndose.

Con poca frecuencia dos huracanes llegan a fusionarse. En 1995, se formaron cuatro ondas tropicales en el Atlántico, que finalmente se convirtieron en tormentas: Humberto, Iris, Karen y Luis. Hasta cierto punto, los primeros tres interactuaron entre sí e influyeron en sus formaciones y caminos, pero Iris finalmente se fusionó con Karen.

Es posible que dos ciclones tropicales puedan fusionarse y potenciar su poderío, ya que sus cargas combinadas de vapor de agua caliente podrían alimentar más formación de precipitación y reducir aún más la presión central, pero no hay registros claros de que esto alguna vez haya sucedido.

En cualquier caso, las fusiones de huracanes son raras. Sucede aproximadamente una vez al año en el Pacífico occidental, y una vez cada pocos años en el Atlántico. Esta rareza, junto con el hecho de que se vuelven mucho más impredecibles cuando colisionan, hace que las fusiones sean potencialmente muy peligrosas, por lo que resulta un poco tranquilizador que muchas de ellas produzcan un efecto perturbador, en lugar de empoderador.

Referencia: The natural tendency towards symmetry of motion and its application as a principle in meteorology. Royal Meteorological Society, 1921. https://doi.org/10.1002/qj.49704720010

Mary Quintero

Bióloga. Apasionada por la escritura. Asesora y orientadora de medios digitales. Escribo sobre mi pasión: las ciencias.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *