Todos hemos enfrentado esta situación: luego de comer, nos damos cuenta de que nos ha sobrado comida, por lo que guardamos las sobras en el refrigerador.

Sin embargo, de acuerdo a una investigación reciente, estas sobras pueden ejercer un impacto negativo sobre nuestro comportamiento, entorpeciendo nuestros esfuerzos por mantener hábitos de vida saludables, tales como buenos hábitos de alimentación y hacer ejercicio regularmente.

Las sobras de comida afectan nuestra percepción

Cuando las porciones son grandes, ingerimos más y, adicionalmente, nos sobra más comida, por lo que creemos que hemos comido menos.

En líneas generales, de acuerdo a los investigadores, las sobras de comida pueden afectar nuestra percepción respecto a las porciones de comida que hemos consumido y, por tanto cuánto ejercicio debemos realizar para quemar esas calorías adicionales.

Al respecto, es bien sabido que a medida que aumentan las porciones de comida, ingerimos más calorías; adicional a esto, las porciones excesivas implican una mayor cantidad de sobras, lo que, a su vez, tiene un impacto negativo sobre nuestros hábitos de vida saludable.

Según Aradhna Krishna, perteneciente a la Escuela de Negocios Ross, de la Universidad de Michigan, quien dirigió la investigación, los alimentos sobrantes tienen la capacidad de influir de forma negativa sobre nuestras percepciones y motivaciones relacionadas a la salud.

Para comprobarlo, se llevaron a cabo cinco pruebas, de las cuales, en tres de ellas, se incluyó el consumo real de alimentos, así como también las sobras de estas comidas, mientras que en las dos restantes se evaluó la influencia de esto sobre la conducta alimentaria y la puesta en práctica de actividades físicas.

De esta manera, se observó que al mantenerse igual el consumo de alimentos, cuando las sobras de comida son más grandes, las personas perciben que consumieron menos de lo que realmente consumieron.

Así, al percibir que ingirieron una menor cantidad de alimentos de los que realmente fueron consumidos, los participantes estuvieron menos motivados a hacer ejercicios para compensar la ingesta de calorías.

En la misma línea, las porciones más grandes de alimentos, motivaron una mayor ingesta de alimentos, además de un menor esfuerzo a la hora de hacer ejercicio para quemar las calorías adicionales que fueron consumidas.

Cuando sobra comida, creemos que hemos comido menos

Esto ocurre por dos razones, según los expertos; en primer lugar, a medida que aumentan las porciones, también lo hacen las sobras restantes, lo que hace pensar a las personas que consumieron menos de lo que realmente ingirieron.

De esta manera, cuando las personas perciben que consumieron pequeñas porciones de comida, se sienten bien consigo mismas, por lo que están menos motivados a entrenar para compensar la ingesta de alimentos.

En torno a esto, los investigadores plantean que esto es un fenómeno importante, teniendo en cuenta que, a lo largo de la historia, las porciones promedio de alimentos han ido aumentando, lo que implica un mayor consumo, además de una mayor cantidad de sobras.

Finalmente, además de registrarse un mayor consumo de alimentos, esta mayor cantidad de sobras afectan el consumo posterior, por lo que las personas, sin darse cuenta, están ingiriendo una mayor cantidad de calorías de las que queman y, al mismo tiempo, se sienten menos motivadas a realizar ejercicio físico.

Referencia: Out of proportion? The role of leftovers in eating-related affect and behavior, (2018). https://doi.org/10.1016/j.jesp.2018.08.005

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *