Si nos ponemos a pensar, seguramente identificaremos al menos a una persona que ha marcado una gran diferencia en nuestras vidas; de hecho, a lo largo de nuestra vida, suelen ser muchas las personas las que nos prestan su ayuda o nos apoyan en algo; sin embargo, pocas veces le expresamos lo agradecidos que estamos con ellas.

En este sentido, solemos pensar que los otros saben lo agradecidos que estamos con ellos por su apoyo o, evitamos expresar nuestra gratitud para evitar un momento incómodo por ser demasiado emocionales.

Esto, a pesar de las numerosas investigaciones en las que se demuestra que la capacidad de decir gracias, hasta por las cosas más obvias, es un elemento importante para alcanzar el bienestar.

Un sesgo egocéntrico nos impide ser agradecidos

De acuerdo a Nicholas Epley y Amit Kumar, Psicólogos de la Universidad de Chicago, nuestras dificultades para mostrar gratitud se deben a un sesgo egocéntrico a partir del cual nos resulta complicado predecir los sentimientos, tanto propios como ajenos, ante una determinada situación.

En otras palabras, solemos creer que las personas se sentirán de la misma forma a como nos sentimos nosotros mismos ante una situación específica, subestimando constantemente las cualidades positivas de las interacciones sociales.

Así mismo, este sesgo se puede manifestar de dos maneras. En primer lugar, creemos que, como nuestra gratitud es obvia para nosotros mismos, también lo será para los demás, por lo que no sería necesario expresarla.

En segundo lugar, solemos sentirnos incómodos cuando debemos expresar nuestras emociones puesto que no estamos seguros respecto a cuál es la manera adecuada de hacerlo.

Por tanto, nos esforzamos demasiado para encontrar las palabras adecuadas para expresar nuestros sentimientos y, al mismo tiempo, creemos que las demás personas se sentirán tan incómodos como nosotros al recibir nuestras muestras de gratitud, tal como nos sentimos nosotros al manifestarlas.

Subestimamos el efecto de nuestro agradecimiento

A fin de investigar la situación, estos psicólogos diseñaron un experimento en el que se le solicitó a los participantes que escribiesen una carta de agradecimiento dirigida a alguien que hubiese marcado alguna diferencia positiva en sus vidas.

Posteriormente, se les preguntó respecto a su experiencia y a las emociones derivadas de ella, además de sus expectativas en torno a cómo se pudiese sentir la persona que recibiría la carta.

Adicionalmente, los investigadores se pusieron en contacto con los destinatarios y les preguntaron sobre sus sentimientos respecto a la carta de agradecimiento.

De esta manera, los participantes indicaron que, luego de enviar la carta, habían experimentado sentimientos agradables, describiendo la actividad como una experiencia positiva.

No  obstante, subestimaron las emociones de los destinatarios, infiriendo que se sentirían incómodos y extrañados, a pesar de que esto no ocurrió realmente.

En este sentido, mientras los participantes se sentían incómodos al buscar las palabras exactas para escribir la carta, las personas que las recibieron, se conmovieron por la expresión de gratitud, en independencia de qué tan adecuadas eran las palabras usadas para esto.

En conclusión, tal como lo demostraron los investigadores, nuestras dificultades a la hora de dar muestras de gratitud giran en torno a un sesgo a partir del que ocurren dos cosas; primero, creemos que no es necesario mostrarnos agradecidos con los demás, puesto que es bastante obvio –a pesar de que realmente no lo es– y, segundo, nos sentimos tan incómodos tratando de buscar las palabras correctas que ignoramos el bienestar que podemos lograr con los demás con nuestro agradecimiento.

Referencia: Undervaluing Gratitude: Expressers Misunderstand the Consequences of Showing Appreciation, (2018). https://doi.org/10.1177/0956797618772506

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