Ha habido pocos estudios sobre la asociación entre las temporadas estacionales y la cognición en adultos mayores, pero un reciente estudio reveló que los síntomas de la demencia son más pronunciados en el invierno y la primavera. Los investigadores encontraron que las personas con y sin enfermedad de Alzheimer tienen mejores habilidades cognitivas a fines del verano y principios del otoño.
La investigación realizada por científicos de la Universidad de Toronto en Canadá, analizó los datos de 3.353 personas que se habían sometido a pruebas neuropsicológicas. Para algunos participantes, los niveles de proteínas y genes asociados con la enfermedad de Alzheimer estaban disponibles.
Diferencias estacionales
Los resultados revelaron que el funcionamiento cognitivo promedio era más alto en el verano y el otoño que en el invierno y la primavera; específicamente, las mejoras en las habilidades de pensamiento promedio en invierno y primavera fueron equivalentes a casi 5 años menos en el declive relacionado con la edad.
Estas diferencias estacionales se mantuvieron incluso después de tener en cuenta factores como la depresión, el sueño, la actividad física y el estado tiroideo.
Los investigadores también encontraron variaciones estacionales en los niveles de proteínas y genes relacionados con el Alzheimer en el líquido cefalorraquídeo y el cerebro.
El investigador Andrew Lim, afiliado a la División de Neurología en el Departamento de Medicina de la Universidad de Toronto y autor principal del estudio, expresó:
“Al obtener nueva y valiosa información sobre los mecanismos que subyacen a la mejora estacional en la cognición en el verano y principios del otoño, estos hallazgos abren la puerta a nuevas vías de tratamiento para la enfermedad de Alzheimer.”
Factores en juego
Los científicos no están seguros de por qué la cognición mejora en el verano y el otoño, pero dice que muestra que los cerebros de las personas con demencia aún son capaces de mejorar.
El fenómeno podría ser impulsado por diferentes niveles de vitamina D, hormonas sexuales y melatonina, factores que cambian con las estaciones del año.
Adicionalmente, los investigadores especulan que temperaturas más cálidas y más ligeras también podrían tener una influencia, así como también la mayor interacción social que se tiene en los meses de verano.
Los autores del estudio indican que los resultados de la investigación podrían tener importantes implicaciones clínicas y traslacionales.
Los hallazgos sugieren que la enfermedad de Alzheimer podría ser una enfermedad estacional, y que los recursos para la atención deberían dirigirse a las temporadas de mayor necesidad, tanto para identificar a las personas en las primeras etapas de la enfermedad, como para ayudar a los pacientes cuando son más vulnerables.
Referencia: Seasonal plasticity of cognition and related biological measures in adults with and without Alzheimer disease: Analysis of multiple cohorts. Plos One, 2018. https://doi.org/10.1371/journal.pmed.1002647