La epilepsia es un trastorno del Sistema Nervioso caracterizado por la aparición de actividad eléctrica anormal en la corteza cerebral, lo que produce convulsiones y pérdida del conocimiento o, como comúnmente se les conoce, ataques epilépticos.
Claro que no todas las convulsiones pueden llamarse ataques epilépticos, pues esto puede producirse por diversos factores, tal como una fiebre alta. Adicionalmente, hay muchos tipos distintos de convulsiones.
Sin embargo, en la mayoría de los pacientes diagnosticados con epilepsia, las neuronas se activan haciendo que las células cerebrales que les rodean, hagan lo mismo, produciendo un efecto en cadena que afecta los niveles de conciencia y el control de las funciones motoras.
Generalmente, los ataques epilépticos se controlan con fármacos antiepilépticos, pero estos suelen tener efectos secundarios no deseados bastante severos y, en la mayoría de los casos, son inefectivos en tres de cada diez pacientes.
Por tanto, en la búsqueda de un tratamiento efectivo, gracias a la colaboración de investigadores de la Universidad de Cambridge, la Escuela Nacional Superior de Minas y del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia, se ha desarrollado un dispositivo que, al implementarse de forma directa en el cerebro, ha mostrado buenos resultados a la hora de detectar, detener y prevenir ataques epilépticos.
Así es como el implante detiene los ataques epilépticos

En líneas generales, los científicos desarrollaron un dispositivo que, al ser implantado en la corteza cerebral, detecta las primeras señales de un ataque epiléptico y libera un químico que permite detener las convulsiones.
A este respecto, George Malliaras, quien dirigió la investigación, afirma que estos resultados demuestran la idoneidad de los dispositivos electrónicos que se conectan con el tejido humano, pues, además de producir daños mínimos, permiten el tratamiento directo de este tipo de afecciones.
En particular, al detectar los primeros indicadores de una convulsión, el dispositivo libera un neurotransmisor que inhibe las señales que representan el foco epiléptico, finalizando el ataque.
De esta manera, cuando los electrodos colocados en el dispositivo detectan la señal neuronal de un ataque epiléptico, se activa una bomba de iones, creando un campo eléctrico que permite que el neurotransmisor se libere a través de una membrana de intercambio iónico, lo que se conoce como electroforesis.
Esto permite que las dosis del fármaco sean controladas al ajustar la intensidad del campo eléctrico, lo que, a su vez, hace posible ejercer control del momento en que es liberado y la cantidad que se emite.
Asimismo, al llevar a cabo las pruebas con ratones de laboratorio, los científicos descubrieron que los ataques epilépticos podría prevenirse con dosis muy bajas del medicamento, que representan menos del 1% de la dosis total que se carga en el dispositivo, aumentando el período de funcionamiento sin necesidad de rellenarlo constantemente.
Por su parte, además de que el fármaco se administra sin solventes, previniendo daños en el tejido, se trata de un medicamento desarrollado a partir de neurotransmisores nativos del organismo, por lo que se absorbe rápidamente y evita efectos secundarios no deseados.
Finalmente, si bien el dispositivo ha pasado las primeras pruebas, es necesario acotar que el tratamiento aún no estará disponible para humanos hasta dentro de algunos años, pues falta investigar sus efectos a largo plazo y su efectividad para condiciones distintas a la epilepsia, tal como el Parkinson.
Referencia: Electrophoretic drug delivery for seizure control, (2018). https://www.doi.org/10.1126/sciadv.aau1291