Solemos creer que todos vemos los mismos colores y que cada color lo percibimos de la misma manera; sin embargo, si pensamos un poco la situación, podemos darnos cuenta de que se trata de un cuestionamiento interesante.

De cierta forma, muchas personas perciben los colores de forma distinta; de hecho, aproximadamente 1 de cada 12 hombres y 1 de cada 200 mujeres sufren de daltonismo; teniendo esto en cuenta, muchas personas viven su vida sin apenas sospechar que perciben los colores de forma distinta a lo convencional.

Incluso, puede ocurrir que ni siquiera nos demos cuenta de estas diferencias en torno a la percepción del color y, en caso de que esto sea posible, nunca sabremos cómo perciben los colores las personas que nos rodean.

Asimismo, estas diferencias van más allá de las personas que sufren de daltonismo; incluso, si dos personas tienen una visión del color completamente funcional, pueden percibir los colores de forma distinta.

Claro que ambas reconocerán el azul como tal sin ningún problema, pues es una categoría convencional para denominar este color, pero la verdad es que esto no nos da ninguna certeza respecto a qué tan similares son los colores percibidos.

La percepción de los colores depende del contexto

Para poner a prueba el fenómeno, un grupo de monos recibió una modificación genética. Créditos: Neitz Laboratory.

Al investigar la percepción del color en monos, un equipo de científicos se aproximó a la respuesta frente al cuestionamiento; tal como ocurre con las personas daltónicas y la mayoría de los mamíferos, los monos ardilla solo tienen dos tipos de células cónicas en sus ojos, que son sensibles al azul y al verde.

Por tanto, estos monos pueden percibir puntos azules y amarillos en un campo gris, pero son incapaces de diferenciar el rojo y el verde. Así, para comprender los límites del daltonismo, algunos monos ardilla de la investigación obtuvieron una mejora en su visión.

Los investigadores les inyectaron un virus modificado genéticamente a fin de que atacara aleatoriamente sus células visuales sensibles al verde y las transformara en células sensibles al rojo, las cuales transmiten información que los monos ardilla no están preparados para procesar.

Sin embargo, lo hicieron; los monos que recibieron esta modificación fueron capaces de seleccionar los puntos rojos y verdes que se les indicaba cuando eran incentivados con un sorbo de jugo.

Sin embargo, esto se debe al contexto que se le dió al color, pues le permitió al cerebro de los monos que se adaptara a este nuevo tipo de información fácilmente; al respecto, de acuerdo a los científicos, la capacidad de discriminar ciertas longitudes de onda no surge de la nada, por lo que infieren que los circuitos cerebrales existentes se adaptaron para conferirles esta capacidad perceptiva.

En otras palabras, en lugar de generar nuevas neuronas o reconectarse, los cerebros de los monos, probablemente, aprovecharon las capacidades de los circuitos existentes, lo que les confirió una capacidad de percibir idiosincráticamente el color rojo.

Teniendo esto en cuenta, los investigadores concluyen que no hay razones para pensar que esto es distinto para los seres humanos. En este sentido, cada cerebro se encuentra con los colores por primera vez en algún momento de su vida, siendo el contexto el determinante de la percepción real de los colores.

En otras palabra, es posible afirmar con certeza que las personas no ven los colores de la misma manera, pues los contextos en los que se desarrolló la percepción de estos no es igual para cada quien.

Referencia: Gene therapy for red–green colour blindness in adult primates. https://doi.org/10.1038/nature08401

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