Contraviniendo lo que hasta ahora se ha asumido, los resultados de una reciente investigación realizada por científicos de la Universidad de Búfalo muestran que la encefalopatía traumática crónica puede no ser tan común en los jugadores de deportes de contacto.
La encefalopatía crónica traumática (CTE, por sus siglas en inglés) es una enfermedad cerebral degenerativa que se encuentra en atletas, veteranos militares y otros sujetos con antecedentes de traumatismo cerebral repetitivo.
En la enfermedad, una proteína llamada Tau forma grupos que se diseminan lentamente por todo el cerebro, matando las células cerebrales. Generalmente, los síntomas no comienzan a aparecer sino hasta años después del inicio de los impactos cerebrales.
Los primeros síntomas de CTE generalmente aparecen pasados los 40 o 50 años de edad, afectando el estado de ánimo y el comportamiento de la personas. Algunos cambios comunes vistos incluyen problemas de control de impulso, agresión, depresión y paranoia.
A medida que la enfermedad avanza, algunos pacientes pueden experimentar problemas de pensamiento y memoria, incluida la pérdida de memoria, la confusión, el juicio alterado y, finalmente, la demencia progresiva.
Estudios previos han sugerido altas tasas de CTE entre los atletas en deportes de contacto; el más reciente, realizado en julio del 2017, encontró que 110 de 111 cerebros de jugadores fallecidos de la NFL, mostraban signos de CTE.
Pero en abierto desafío, los autores del reciente estudio informan que no encontraron signos de demencia temprana o deslizamiento mental, síntomas característicos de la CTE, que sólo puede diagnosticarse mediante un examen cerebral después de la muerte.
Los nuevos hallazgos provienen de extensos escáneres cerebrales y pruebas de comportamiento de 21 atletas retirados con una edad promedio de 56 años, que jugaron al menos dos temporadas en la Liga Nacional de Hockey (13 sujetos) o en la Liga Nacional de Fútbol (8 sujetos).
Los investigadores midieron la función cerebral y la salud mental, así como otros aspectos de la salud de los ex jugadores, incluyendo la dieta, el índice de masa corporal y el historial de consumo de drogas y alcohol. Luego, el equipo comparó esos resultados con los obtenidos en las mismas pruebas realizadas en 21 atletas de deporte sin contacto: corredores y ciclistas.
Las pruebas realizadas no revelaron problemas con la memoria, la resolución de problemas, la toma de decisiones o la capacidad de planificar. Tampoco las pruebas de atención, lenguaje y capacidad espacial revelaron déficits. En base a estos resultados, ninguno de los atletas de contacto podría ser diagnosticado con demencia prematura.
La resonancia magnética mostró resultados similares. En múltiples tipos de MRI no se encontraron grandes diferencias en la anatomía o el comportamiento del cerebro entre los atletas de contacto y los otros atletas.
Los investigadores concluyeron que los hallazgos proporcionan razones para confirmar que la demencia y el CTE no son consecuencias inevitables para los atletas que practicaron deportes de contacto a un alto nivel.
Estos resultados no argumentan en contra de la existencia de CTE, pero sugieren que el riesgo no es tan grande como se creía.
Referencias:
A Preliminary Study of Early-Onset Dementia of Former Professional Football and Hockey Players. The Journal of Head Trauma Rehabilitation, 2018. http://dx.doi.org/10.1097/htr.0000000000000421
Clinicopathological Evaluation of Chronic Traumatic Encephalopathy in Players of American Football. Journal of the American Medical Association (JAMA), 2017. https://doi.org/10.1001/jama.2017.8334