¿A quién no le ha pasado que, luego de una noche consumiendo alcohol, lo que le provoca comer es pizza, hamburguesa o cualquier otro alimento de este tipo? Pues resulta que, de acuerdo a un estudio realizado en los Estados Unidos, el 65% de los estudiantes universitarios consumen alcohol, lo que tiene un impacto sobre su alimentación.
Así, teniendo en cuenta los índices de obesidad, junto a las tasas de consumo de alcohol entre los jóvenes, es necesario tener en cuenta cómo el consumo de bebidas alcohólicas impacta de forma negativa sobre sus hábitos nutricionales, especialmente en los estudiantes universitarios, quienes están excesivamente expuestos a opciones de comida rápida poco saludable.
Consideremos, por ejemplo, que las cervezas comunes tienen al menos 150 calorías; si alguien bebe cinco cervezas, estaría consumiendo 750 calorías, lo que representa un tercio de su ingesta necesaria de energía diaria. Si a esto le agregamos dos rebanadas de pizza o una hamburguesa, tenemos la ecuación perfecta para aumentar de peso.
A fin de investigar este fenómeno, Jessica Kruger, una Profesora Asistente de la Facultad de Salud Pública y Profesiones Médicas de la Universidad de Buffalo, diseñó una investigación en la que se le solicitó a los participantes que contestaran una encuesta anónima en línea.
Esta encuesta estaba compuesta por preguntas respecto a los hábitos alimenticios, en las que se incluían cuáles eran sus comidas típicas, al despertar y antes de acostarse, tanto en días regulares como en días en los que habían consumido alcohol.
De esta manera, se observó que el consumo de alcohol influye sobre los hábitos de alimentación de los estudiantes antes de acostarse, pues, de acuerdo a los resultados, eran más propensos a comer algo antes de dormir cuando consumían alcohol.
En específico, se encontró que los alimentos preferidos en estos casos eran bocadillos salados y pizza, mientras que otros alimentos más saludables, como las verduras, no les parecían atractivos después de consumir alcohol.
De acuerdo a los investigadores, lo más preocupante del asunto es que los participantes no informaron que bebían más agua u otras bebidas sin contenido alcohólico antes de acostarse, lo que representa una conducta de riesgo pues exacerba la deshidratación, aumentando la tendencia a elegir un alimento poco saludable.
En este sentido, se observó que los hábitos de alimentación de los estudiantes cambiaban significativamente desde la noche antes de beber alcohol y luego de ello, pues se preferían alimentos salados y grasos, además de saltarse comidas.
Así, sus preferencias luego de beber giraban en torno a rebanadas de pizza o tacos. Esto ocurre, según los investigadores puesto que, luego de consumir alcohol, la cantidad de glucosa en sangre varía, mostrando picos de aumento y de disminución, lo que estimula el hambre y le envía una señal al cerebro que promueve la ingesta de alimentos altos en calorías, como los anteriormente mencionados.
Teniendo esto en cuenta, los investigadores concluyen que es necesario promover hábitos de alimentación saludables y reducir la oferta de alimentos saludables en los campus universitarios, además de promover opciones nutritivas.
Finalmente, está demás decir, que se desaconseja enfáticamente el consumo excesivo de alcohol pues, además de incidir de forma negativa sobre los hábitos de alimentación, es un comportamiento que está asociado a múltiples consecuencias negativas en distintos ámbitos de desenvolvimiento del ser humano.
Referencia: The Drunchies Hangover: Heavy Episodic Drinking and Dietary Choices while Drinking and on the Following Day, (2018). Californian Journal of Health Promotion