La supervivencia de un astronauta en el espacio depende de un complejo traje presurizado que le permite respirar sin congelarse o hervir. Probablemente la parte más exigente del traje espacial sea el guante, el cual debe ser lo suficientemente rígido para mantener la presión, pero flexible como para abarcar todo el rango de movimiento de los dedos y la muñeca.
A pesar de los grandes esfuerzos en ese sentido, los guantes de los trajes utilizados por los astronautas de la NASA los limita a un 20 por ciento de su rango de movimiento completo. Esto hace que trabajar con estos guantes sea agotador y dejar caer cosas sea algo prácticamente inevitable.
A diferencia de las expediciones lunares, donde los astronautas podían pasear a pie, los trabajadores espaciales de hoy usan sus manos para movilizarse en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) incluso mientras trabajan. Esto puede presentar un problema, porque cuando arrojas algo en órbita, no cae, pero puede quedar fuera de alcance rápidamente.
Si en una caminata espacial un astronauta pierde, por ejemplo, un martillo, noventa minutos después esa herramienta puede colisionar con el mismo astronauta o con la estación espacial, causando daños; eso debido al tiempo que le lleva al laboratorio espacial orbitar la Tierra a unos 30.000 kilómetros por hora.
El Ingeniero Scott Wray, miembro del equipo que ayudar a planificar y ejecutar caminatas espaciales en la ISS, explica:
“Cualquier herramienta de la cual se pierda el control en el espacio, se convierte en su propio satélite. Si los astronautas pierden algo, queremos que informen la masa, la velocidad, la dirección de viaje, las dimensiones de la herramienta; tenemos un grupo de expertos que trabajan y rastrean esos objetos en órbita.”
Naturalmente, la NASA pasa mucho tiempo trabajando para no dejar caer cosas. Cada herramienta está unida a una correa que debe estar conectada a un traje o a la estación en todo momento.
La buena noticia, cuando se trata de objetos perdidos en la órbita terrestre baja, a unos 400 kilómetros sobre la tierra, es que la mayoría de las veces se desplazan a la atmósfera y terminan desintegrándose.
Referencia: International Space Station. NASA, 2018. https://goo.gl/sRkHx9