Los peces emplean su sentido del olfato para navegar a través de los mares y océanos; sin embargo, cada vez se les hace más complicado puesto que, a medida que se calienta el clima y aumentan los niveles de Dióxido de Carbono, los peces deben acercarse un 42% más a las fuentes de olor para encontrar pareja, alimentarse o llegar a los lugares donde se desovan.

De acuerdo a una investigación reciente, para cuando el siglo finalice, los peces experimentarán una reducción del 50% de su sentido del olfato en atención al aumento de los niveles de CO2 en el planeta, lo que además, está ocasionando daños en los ecosistemas marinos.

Los peces dependen de su sentido del olfato para muchas cosas, tales como buscar alimentos, comunicarse con otros peces, identificar la presencia de depredadores y encontrar los lugares de reproducción; no obstante, esto se les dificulta cada vez más.

¿Cómo el cambio climático afecta a los peces?

En el pasado se ha encontrado que la acidificación de los océanos, junto al cambio climático, estaba provocando que los peces roca se volviesen ansiosos, dificultándoles su capacidad de aprender. Pero la situación es aún peor.

De acuerdo a Cosima Porteus, fisióloga de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido y jefa del equipo de investigadores que llevó a cabo el estudio más reciente sobre el tema, como la nariz de los peces está en contacto directo con el agua del mar, la acidificación de esta puede estar afectando su olfato y, en consecuencia, su comportamiento.

Para probar esto, Porteus y el resto de los investigadores se dedicaron a criar Lubinas Europeas en un entorno con los niveles actuales de Dióxido de Carbono y compararon su comportamiento con otro grupo de peces de la misma especie criados en un ecosistema con los niveles de CO2 que se cree que se alcanzaran a finales del siglo.

Tal como en investigaciones anteriores, se observó que el comportamiento de estos peces sufrió cambios considerables; las Lubinas criadas en agua con pH bajo y niveles más altos de CO2, eran menos activas y solían quedarse paralizadas cuando estaban expuestas a olores de depredadores.

Además, como nadaban menos, se redujeron sus posibilidades de detectar el aroma de los alimentos y de los depredadores que les acechaban.

Adicionalmente, se evaluó la capacidad de sus nervios olfativos para detectar ciertos aromas, descubriendo que en aguas con altos niveles de CO2 se reduce la actividad del nervio olfativo en un 50% en lo que respecta a la detección de alimentos, la identificación de depredadores y otras señales de alarma.

Específicamente, se observó que para que los peces pudiesen detectar algún aroma, eran necesarias de dos a cinco veces más moléculas de aroma en el agua, lo que implica que estos animales debían estar un 42% más cerca de los objetos para detectar los olores, obstaculizando su capacidad para encontrar comida y haciéndoles más propensos a terminar siendo la cena de algún depredador.

Sobre esto, los investigadores explican que los altos niveles de CO2 reducen el pH del agua, por lo que este cambio de acidez puede estar alterando el reconocimiento de algunas moléculas de olor por parte de los receptores de olfato en los peces, lo que se traduce en una pérdida importante de la sensibilidad olfativa.

¿Qué le depara el futuro a los peces?

A menos que se detenga la acidificación de los océanos, el futuro no pinta nada bien para los peces.

Esto no se queda allí, pues, al parecer, esto está cambiando la composición genética de los peces. Según Porteus:

“Queríamos examinar si los peces podían compensar de alguna manera la pérdida del sentido del olfato, pero descubrimos que en lugar de producirse un aumento en la expresión genética asociada a los receptores olfativos, ocurría lo contrario, agravando el problema”.

También se descubrió que el aumento de la acidez en el agua disminuye la excitabilidad de las neuronas del sistema olfativa de los peces, por lo que al recibir menos información a nivel cerebral, se ve comprometida de forma importante su capacidad de memoria y aprendizaje.

En síntesis, la acidificación de los océanos producto del aumento de los niveles de CO2 está perjudicando el olfato de los peces de distintas maneras: les impide detectar los aromas y, además, dificulta la capacidad de su sistema nervioso central para procesarlos, reduciendo sus posibilidades de adaptarse al cambio climático.

Referencia: Near-future CO2 levels impair the olfactory system of a marine fish, (2018). https://doi.org/10.1038/s41558-018-0224-8

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