Sabor Agua E1528300087317

Todos sabemos que entre las características del agua esta el ser incolora, insabora e inolora, o eso nos enseñaron en la escuela. Sin embargo, nuestras lenguas, como los importantes órganos sensoriales que son, tienen la capacidad de distinguir hasta el más sutil sabor, desde salado, dulce, amargo, umami, entre otros.

De hecho, las investigaciones científicas recientes sugieren que existen más receptores de sabor de los que actualmente se tiene conocimiento. Particularmente, se plantea que existen receptores sensoriales en la lengua que son los responsables de que, tanto animales como personas, puedan percibir el sabor del agua y distinguirla de otros fluidos, lo que representa una importante función evolutiva.

Al respecto, destaca el poco conocimiento sobre el tema, al compararlo con las investigaciones realizadas respecto a otros sabores, como la percepción del dulce o del salado. Adicionalmente, aun existe la duda respecto a si el agua realmente tiene un sabor propio o resulta de una combinación de sabores característicos.

A fin de dar respuesta a esto, un equipo de científicos del Instituto de Tecnología de California, en Pasadena, realizó un estudio en el que pretendían localizar las células receptoras del gusto relacionadas a la detección del agua en la legua del ratón.

Para esto, inhibieron selectivamente ciertas células receptoras del gusto en las lenguas de los sujetos experimentales, para luego enjuagar sus bocas con agua a fin de medir la activación de los receptores que no fueron silenciados.

A partir de esto, se observó que hubo una activación significativamente mayor en los receptores del sabor agrio. En la misma línea, pudieron corroborar estos resultados al cambiar sutilmente las condiciones.

A fin de determinar si la activación de estos receptores podía motivar a que los ratones bebiesen agua, se entrenó a los ratones a que tomaran del líquido a partir de un pico, que luego fue reemplazado por una fibra óptica de luz azul.

Al no saber que el agua era una ilusión, los participantes, sedientos, continuaban lamiendo el pico, mostrando una frecuencia de 2.000 veces en un lapso de 10 minutos. De acuerdo a los expertos, durante ese tiempo, ratones que estuviesen bebiendo agua realmente, se hubiesen detenido mucho antes.

Más allá de este engaño, los científicos pudieron corroborar sus resultados, encontrando evidencias suficientes para afirmar que las células receptoras del gusto asociadas a sabores agrios son las encargadas de la percepción e identificación del sabor del agua.

Finalmente, se cree que la capacidad de identificar el sabor del agua, le permite, a humanos y animales, evitar ingerir fluidos que pudiesen hacerles daño. Así, investigaciones como esta pueden motivar otros estudios sobre el papel del sentido del gusto para la supervivencia.

Referencia: Hunger neurons drive feeding through a sustained, positive reinforcement signal, (2016). http://dx.doi.org/10.7554/eLife.18640.001

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