Uno de los primeros eventos en la enfermedad de Alzheimer es una acumulación anormal de péptido beta amiloide, que puede formar grandes placas amiloideas en el cerebro y alterar la función de las sinapsis neuronales, provocando el detrimento de la función cognitiva. En la actualidad hay unas 50 millones de personas que padecen la enfermedad y se estima que esa cifra aumente a 75 para el 2030 y que supere los 130 millones para el 2050.
Científicos del Instituto de Investigación Lerner de Cleveland Clinic, descubrieron que el agotamiento gradual de una enzima llamada BACE1, invierte por completo la formación de placas amiloides en los cerebros de ratones con la enfermedad de Alzheimer, mejorando así la función cognitiva de los animales. Los resultados de esta investigación despiertan grandes esperanzas de que los medicamentos dirigidos a esta enzima, puedan tratar con éxito la enfermedad de Alzheimer en humanos.
La enzima BACE1, también conocida como beta-secretasa, ayuda a producir el péptido beta-amiloide mediante la escisión de la proteína precursora amiloide (APP). Por lo tanto, los fármacos que inhiben la función de BACE1 tienen el potencial para tratar la enfermedad de Alzheimer; sin embargo, debido a que la enzima controla muchos procesos importantes al escindir proteínas distintas de la APP, estas drogas podrían tener efectos secundarios potencialmente graves.
Los ratones que carecen completamente de BACE1 sufren graves defectos del desarrollo neurológico. Para investigar si la inhibición de la enzima en animales adultos podría ser menos dañina, los investigadores generaron ratones que gradualmente pierden esta enzima a medida que envejecen. Estos ratones se desarrollaron normalmente y parecían mantenerse perfectamente sanos con el tiempo.
Posteriormente, los investigadores criaron a estos roedores con ratones que cuando tienen los 75 días comienzan a desarrollar la enfermedad de Alzheimer. La descendencia resultante también formó placas a esa edad, a pesar de que sus niveles de BACE1 fueron aproximadamente un 50 % más bajos que lo normal. Sin embargo, sorprendentemente, las placas amiloideas comenzaron a desaparecer a medida que los ratones continuaron envejeciendo y perdiendo la actividad de BACE1, hasta que, a los 10 meses de edad, los ratones no presentaban placas amiloideas en sus cerebros.
La disminución de la actividad de BACE1 también dio como resultado niveles más bajos de péptido beta-amiloide e invirtió otras características de la enfermedad de Alzheimer, como la activación de células microgliales y la formación de procesos neuronales anormales.
El estudio proporciona evidencia genética de que la deposición de amiloide preformada se puede revertir completamente después de la eliminación secuencial y aumentada de la enzima BACE1 en el animal adulto.
El estudio también encontró que el funcionamiento de las sinapsis neuronales se restauró sólo parcialmente. Al respecto, el Dr. Riqiang Yan, autor principal de la investigación, advirtió:
Estudios futuros deberían desarrollar estrategias para minimizar las deficiencias sinápticas que surgen de la inhibición significativa de BACE1, a fin de lograr beneficios máximos y óptimos para los pacientes de Alzheimer.
Los autores manifiestan que los resultados de la investigación muestran que los inhibidores de BACE1 tienen el potencial de tratar a los pacientes con enfermedad de Alzheimer sin toxicidad indeseada.