En la sociedad occidental actual, la propuesta de incluir saltamontes, escarabajos y otros insectos en el menú, muy probablemente genere una expresión de repugnancia y rechazo; pero eso no siempre fue así, ya que para nuestros antiguos antepasados la ingesta de estas pequeñas criaturas fue fundamental.
Aunque con el paso del tiempo nuestros parámetros alimenticios cambiaron y se pensó que la evolución biológica nos incapacitó para poder digerirlos, de acuerdo a un estudio realizado por científicos de la Universidad de Rutgers, bien podríamos incluir nuevamente insectos a nuestra dieta diaria, pues nuestro cuerpo sigue siendo apto para digerirlos.
Los resultados de la investigación revelaron que casi todos los primates mantienen versiones funcionales del gen necesario para producir una enzima estomacal que descompone los exoesqueletos de los insectos.
La afirmación surgió luego de que los investigadores analizaran los genomas de 34 primates, en busca de copias de un gen llamado CHIA, la enzima estomacal que descompone la quitina, una sustancia que constituye parte primordial de la cubierta exterior de los insectos.
La investigadora Mareike Janiak, del Departamento de Antropología de Rutgers y autora principal del estudio, expresó: “Durante mucho tiempo, predominó la idea de que los mamíferos no producían una enzima capaz de descomponer los exoesqueletos de los insectos, por lo que se les consideraba muy difíciles de digerir; ahora sabemos que esto no es cierto.”
Aunque la mayoría de los primates en la actualidad tienen una sola copia del gen CHIA, los primates antiguos tenían al menos tres copias. Esto muestra que los insectos fueron una fuente de alimento extremadamente importante para nuestros primeros ancestros.
A medida que algunos primates evolucionaron para ser más grandes y más activos durante el día que durante la noche, sus dietas cambiaron a otros alimentos como frutas y hojas. Los insectos se volvieron menos importantes y sus enzimas digestivas cambiaron; sin embargo, esta investigación confirma que la mayoría de los primates vivos todavía tienen al menos un gen CHIA en funcionamiento.
Si bien existe en la población occidental una marcada tendencia a excluir los insectos como parte de sustento nutricional, no pasa lo mismo en otras culturas. Alrededor del mundo, 1.900 especies de insectos se consideran comestibles y una fuente de alimento altamente nutritiva con grasas saludables, proteínas, fibra, vitaminas y minerales esenciales, siendo parte de la dieta tradicional de más de 2.000 millones de personas.
En referencia a la repulsión evidente que se observa en la sociedad occidental ante la posibilidad de comer insectos, los autores del estudio señalan que es interesante ver cómo muchas personas que les gusta el camarón y la langosta expresan que los insectos son asquerosos; pero los mariscos son algo así como insectos que viven bajo el agua.