Es difícil migrar a Linux cuando hemos usado Windows desde la primera vez que tocamos un computador. Es más complicado aun si no conocemos las ventajas que ese software libre nos ofrece, sobre todo respecto a nosotros como nuevos usuarios.
Una de esas ventajas, es la posibilidad de instalar los mismos programas que usamos en Windows a través de la interfaz Wine. Cualquier sistema operativo basado en Linux puede usar esta capa para instalar programas compatibles con la mayoría de las versiones del sistema de Microsoft.
Wine, que no es un emulador, sino una reimplementación de la interfaz de compatibilidad para programas de Windows en Linux, nació hace muchos años, en 1993, pero no fue hasta 2003 cuando empezó a ser compatible con muchos programas populares.
La novedad es que en este año que recién comienza ha llegado a su versión 3.0 y contiene nada menos que 6.000 modificaciones importantes que aquellos que no logran adaptarse a los programas nativos de Linux pueden comenzar a implementar en sus ordenadores.
Lo nuevo de Wine 3.0
- Compatibilidad con Direct3D 10 y 11.
- Incorporación de los comandos de Direct3D.
- Se añadió un controlador de gráficos de Android.
- Compatibilidad mejorada con DirectWrite y Direct2D.
- Otros cambios como Direct3D 12, soporte Vulkan, y la compatibilidad con OpenGL ES para habilitar Direct3D en Android debemos esperarlos hasta la próxima actualización.
Cabe destacar que Wine funciona muy bien, pero a veces no puede establecer una compatibilidad con algunos programas de Windows, es por eso que la primera opción que debemos agotar es la de buscar una versión para software libre del programa que queremos instalar, si no se encuentra entonces procedemos a usar Wine, ahora Wine 3.0, para lograr usarlo en nuestro sistema basado en Linux.
Para obtener esa nueva versión de Wine, puedes descargarla desde aquí.