De acuerdo a una nueva investigación, realizada de manera conjunta por la Universidad de Nebraska y la Universidad de Jiangnan, la introducción de un simple paso para la producción de plásticos biodegradables derivados de plantas, podría mejorar sus propiedades y superar los obstáculos para fabricarlo comercialmente.
Los Investigadores encontraron que elevar la temperatura de las fibras bioplásticas a varios cientos de grados Fahrenheit, y luego permitir que se enfriaran lentamente, mejoró en gran medida la baja resistencia al calor y la humedad del bioplástico.
Su enfoque térmico también permitió al equipo evitar el uso de solventes y otras técnicas que normalmente se necesitan para fabricar un bioplástico comercialmente viable.
El enfoque podría permitir a los fabricantes de plásticos derivados del maíz, producir continuamente el material biodegradable, en una escala que al menos se aproxime al plástico elaborado a base de petróleo, el estándar de la industria.
El Dr. Yiqi Yang, del Departamento de Ingeniería y Sistemas Biológicos de la Universidad de Nebraska y coautor del estudio, señala: “Esta tecnología limpia hace posible la producción a escala industrial de plásticos amigables con el medio ambiente comercializables.”
El enfoque utiliza ácido poliláctico, o polilactida, un componente de plástico biodegradable que se puede fermentar a partir de almidón de maíz, caña de azúcar y otras plantas. Sin embargo, la susceptibilidad al calor y a la humedad, particularmente durante el proceso de fabricación, ha limitado su uso en textiles y otras industrias.
Pero Yang y sus colegas decidieron seguir otro enfoque. El plástico biológico resultante se resistió a la fusión a temperaturas superiores a 100 grados más altas. También mantuvo su integridad estructural y resistencia a la tracción, después de haber sido sumergido en agua a más de 250 grados, lo que le aproxima a las condiciones que deben soportar.
Los autores del estudio indicaron que sólo la industria textil produce cerca de 100 millones de toneladas de fibras de plástico anualmente, lo que significa que una alternativa verde podría resultar rentable tanto ambientalmente como financieramente.
Así que los investigadores utilizaron una forma barata que puede aplicarse continuamente, lo cual es una gran parte de la ecuación, ya que ser capaces de poder mantener un nivel de producción continuo y a gran escala, son factores imprescindibles.
Aunque el equipo ha demostrado ser capaz de mantener una producción continua a menor escala en el laboratorio, los investigadores pronto podrán ilustrar mejor, cómo su enfoque propuesto, podría ser integrado en los procesos industriales existentes, haciendo que la producción estos plásticos biodegradables sea económica e industrialmente sostenible.