Se estima que el enorme bloque de hielo cubre un área de aproximadamente 6.000 kilómetros cuadrados, un área comparable al estado de Delaware; los científicos calculan que tiene un espesor de aproximadamente 200 metros y un peso que supera un billón de toneladas. Con el enorme bloque de hielo, nombrado A-68, se podrían llenar unas 460 millones de piscinas olímpicas o casi todo el lago Michigan, uno de los mayores embalses de agua dulce del mundo.
Ciertamente el suceso no fue algo sorpresivo, los científicos lo esperaban. Durante más de una década han estado siguiendo el desarrollo de una gran grieta en el hielo de una región conocida como la plataforma de hielo llamada Larsen C. La propagación de la fisura se había acelerado desde el año 2014, haciendo cada vez más probable una separación inminente, lo cual acaba de ocurrir.
Los científicos han expresado que no están seguros de lo que va a pasar, ya que los frentes de desprendimiento de gran tamaño son muy inusuales. La glacióloga de la Universidad de Leeds Dra. Anna Hogg expresó: “De hecho, podría partirse en pedazos o disolverse en su totalidad. Tendrá que ser monitoreado debido a que las corrientes oceánicas y el viento, podrían eventualmente empujarlo al norte de la Antártida, incluso hasta las Islas Malvinas, donde podría convertirse en un peligro para el transporte marítimo.”
Especialistas aclaran que el iceberg no aumentará notablemente el nivel del mar, ya que ya estaba flotando en el océano como parte de la plataforma Larsen C; sin embargo, resulta preocupante que este desprendimiento afecte la estabilidad de la región. Dicho de otra manera: existe una posibilidad de que toda Larsen C, y un antiguo glaciar ubicado detrás de ella, lentamente se desintegre y caiga en el mar.
El caos no sería sin precedentes; en 2002, una plataforma de hielo vecina llamada Larsen B, se derrumbó y se desintegró en el Océano Austral. Ya los especialistas han estimado que si Larsen C y su glacial acompañante, finalmente se desmoronan, el nivel del mar puede aumentar hasta 10 cm (4 pulgadas).
La Dra. Helen Amanda Fricker, glaciólogo que estudia la Antártida, advirtió que no deberíamos ser complacientes con el cambio climático, provocado principalmente por la actividad humana y señala: “En general, las plataformas de hielo antárticas están experimentando un adelgazamiento acelerado, y la capa de hielo está perdiendo masa en sectores claves del continente. Estas pérdidas continuas podrían, en el corto plazo, acarrear a un declive irreversible”.