China, a pesar de mostrarse en lo económico como un país de enorme crecimiento, sigue estando en números rojos en materia de libertad. La más reciente movida resulta ser la supervisión del contenido que se publica en línea para asegurarse de que se adapte a “valores socialistas fundamentales”.
Estos controles se suman a los recientes que provocaron cierre de páginas web dedicadas a la farándula, y han restringido qué vídeos se pueden publicar. Incluso se obliga a la gente a solicitar permisos para la actividad online. Estos permisos son necesarios para poder tener derecho a publicar contenido por internet, y en enero será necesario para poder utilizar una VPN.
Las más recientes regulaciones obligan a que haya al menos dos auditores de contenido, encargados de revisar todo el contenido audiovisual que se publica en redes sociales, como la ya conocida Weibo. Si el contenido no se ajusta a los estándares fijados por el Estado, la situación ameritará una investigación que puede incluso llevar al cierre de la web que los publique.
Según la Asociación China para la Difusión en la Red, los contenidos inapropiados incluyen adicción a las drogas y homosexualidad. El Gobierno chino justifica este recrudecimiento de los controles como una manera de «crear un ambiente sano y edificante en los medios de comunicación, y difundir activamente los valores socialistas fundamentales«.
Como es de esperarse, las críticas sobre esta nueva medida se han manifestado, ya que a los creadores de contenidos les preocupa el efecto que pueda tener esto sobre la creatividad. De todos modos, ya se ha probado que hacer cumplir estas regulaciones es muy difícil, además de que por lo general existen maneras de dar rodeos que eviten la censura. En muchos casos, bloggers y editores web recurren al uso de eufemismos para salirse del radar de la censura china.