La ciudad de Londres ha sido sacudida una vez más por el terror y la intolerancia. La noche de ayer, un nuevo ataque terrorista acabó con la vida de siete personas y dejo a otros cuarenta heridos, muchos en estado crítico. El ataque es el tercero que sufre la ciudad en lo que va del año y en su discurso, la primera ministra británica, Theresa May, ha dicho que es ‘suficiente‘, y que el Reino Unido deberá tomar medidas drásticas.
Entre los puntos claves de su discurso, May hace un fuerte cuestionamiento hacia las compañías que ofrecen servicios de Internet, en particular a las redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea. Según la primera ministra, y el resto del parlamento, el «ciberespacio» esta siendo utilizado por los extremistas para reproducir su ideología y por ende, debería regularse:
No podemos permitir a esta ideología el espacio seguro que necesita para reproducirse. Y eso es precisamente lo que Internet y las grandes compañías que proporcionan servicios en Internet están haciendo.
Necesitamos trabajar con los gobiernos democráticos de nuestros aliados para alcanzar acuerdos internacionales que regulen el ciberespacio y que eviten la propagación del extremismo y la planificación terrorista. Y necesitamos hacer todo lo que podamos en casa para reducir los riesgos del extremismo online.
La declaraciones de May han sido reforzadas anteriormente por la Ministra de Interior Británica Amber Rudd, quien tras el atentado de Marzo tachó de inaceptable el comportamiento de las redes sociales al no permitir una regulación:
Lo que más me preocupa son las compañías de Internet que están continuamente publicando los mensajes de odio, el material del odio que está contribuyendo a radicalizar a la gente en este país.
Es inaceptable, no debería haber un lugar para que los terroristas se escondan.
No hay que olvidar que el parlamento británico esta impulsando una propuesta de ley anti-encriptacion con el objeto de que la policía y agencias de seguridad puedan tener acceso libre a los mensajes enviados a través de las aplicaciones de mensajería. Para hacerlo, es necesario crear una especie de puerta trasera en el protocolo de encriptación punto a punto utilizado por las aplicaciones de mensajería como Telegram, Whatsapp y Messenger.
Dejar una puerta trasera, sin embargo, es visto como un atentado a la privacidad por los defensores de la privacidad. Al igual que ha sucedido con las filtraciones de la NSA y de la CIA, nada evitará que hackers maliciosos puedan aprovechar estas vulnerabilidades para explotarlas e invadir la privacidad de los usuarios.