¿Cuál es la naturaleza del pensamiento humano? Esa es una de las preguntas más enigmáticas de la psicología. En general, se acepta que existen dos formatos representacionales; en primer lugar, las personas se hablan a sí mismas en silencio, un fenómeno denominado discurso interno.
Se ha demostrado que el habla interna desempeña un papel importante en el pensamiento proposicional, en la memoria de trabajo, en la cognición numérica, la memoria a largo plazo y en la autorreflexión. El segundo tipo de representación es la imagen visual. Estas representaciones pictóricas se producen cuando se accede a la información perceptual desde la memoria, dando lugar a la experiencia de «ver con el ojo de la mente» y se ha demostrado que es importante para simular la manipulación de objetos, la memoria episódica y la autoproyección.
Imagínate sentado bajo una palmera, disfrutando de una bebida fría, seguro que estás pensando visualmente; pero si estás pensando en lo que vas a decir antes de una presentación en el trabajo, lo más probable es que pienses en las palabras y frases, en ese caso estás creando un discurso interno.
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Pero ¿estas representaciones del pensamiento están siempre separadas? ¿Se puede utilizar una sin que la otra aparezca? Un nuevo estudio de Harvard se plantea responder a estas interrogantes.
El estudio dirigido por la Dra. Elinor Amit, profesora afiliada del Departamento de Psicología y Evelina Fedorenko de la Escuela de Medicina de Harvard, encontró que incluso cuando a las personas se les pide utilizar el pensamiento verbal, crean imágenes visuales para acompañar su discurso interno, lo que sugiere que el pensamiento visual está profundamente arraigado en el cerebro.
Para entender mejor cómo los seres humanos utilizan cada modo de pensamiento, Amit y sus colegas diseñaron una serie de experimentos que se iniciaron en el laboratorio y luego se trasladaron a escáneres de resonancia magnética funcionales.
En el primer experimento, se pidió a los voluntarios crear en sus mentes, tanto imágenes como frases sobre la base de palabras. El primero fue siempre una ocupación, como bailarina, policía o maestro; la segunda palabra era un objeto y la tercera era un lugar.
Después de crear una imagen o frase usando las palabras, a los participantes se les pidió responder: Cuán clara eran las imágenes o frases que se les pidió crear o cuán claras eran las imágenes o frases que sin intensión crearon.
Explica Amit: “Lo que encontramos fue que no hubo diferencias en la intensidad de las imágenes. A los sujetos no les importa si les solicitamos crear una imagen o no, siempre la imagen se creó de manera vívida independientemente de lo que se les pidió hacer. Sin embargo, la claridad de la frase se vio afectada por las instrucciones. El habla interna producida por los sujetos fue más clara cuando los participantes se les solicitaba crear la frase, que cuando se les pidió no hacerlo.”
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Los resultados eran significativos, pero todavía dependían del auto-reporte de los participantes en la claridad de las imágenes o el habla interna. Para superar esta limitación, los investigadores se valieron de una resonancia magnética funcional para rastrear la actividad cerebral de los sujetos.
Las imágenes mostraron que las personas generan representaciones verbales más robustas durante el habla interna deliberada, pero generaron representaciones visuales independientemente de que su intención era visualizar algo o pensar verbalmente.
El estudio muestra que incluso cuando la gente consciente intentó pensar verbalmente, siempre el pensamiento visual se interpuso, lo que sugiere que las personas se basan en el presente, incluso cuando tratan de utilizar un modo de pensar (discurso interno), que normalmente es reservado para el futuro.