En febrero de 2017, cuando la NASA anunció el descubrimiento del sistema planetario Trapense-1, causó un gran revuelo y con buena razón, tres de sus siete planetas, de tamaño similar al de la Tierra, yacían en la zona habitable de la estrella, lo que implica que pueden albergar las condiciones adecuadas para la vida. Sin embargo, uno de los mayores enigmas de la investigación original que describe el sistema, es que parecía ser inestable.

El astrofísico Daniel Tamayo, del Centro de Ciencias Planetarias de la Universidad de Toronto Scarborough, señala que al realizar simulaciones del sistema, los planetas chocarían unos contra otro en menos de un millón de años.

Explica Tamayo: «Un millón de años puede parecer mucho tiempo, pero en el entorno astronómico, es en realidad un parpadeo. Sería muy afortunado para nosotros y una gran coincidencia, descubrir el sistema planetario TRAPENSE-1 justo antes de que se destruyera, por lo que debe haber una razón que mantenga la estabilidad.»

Junto a un equipo de colegas, Tamayo realizó una investigación con la que parece haber encontrado la razón que explica la estabilidad planetaria. Los científicos señalan que los planetas en el sistema TRAPENSE-1 presentan algo que se llama «cadena de resonancia», un principio que puede explicar la estabilidad de las órbitas del sistema.

En las configuraciones resonantes, los períodos orbitales de los planetas forman proporciones de números enteros; este es un principio muy técnico, pero se puede ejemplificar con un caso de nuestro sistema solar: Neptuno gira alrededor del sol tres veces, en la cantidad de tiempo que tarda Plutón en orbitar dos veces. Esto es muy favorable para Plutón, porque de lo contrario no existiría, dado que las órbitas de los dos planetas se cruzan; si imperara el azar, ya en algún momento, estos astros hubieran colisionado, pero debido a la resonancia, la ubicación de los planetas respecto a la otra se mantiene estable y constante.

El profesor Matt Russo, del Instituto Canadiense de Astrofísica Teórica (CITA), expresa: «Hay un patrón de repetición rítmica que asegura que el sistema se mantenga estable durante un largo período de tiempo».

El sistema Trapense-1 toma este principio a un nivel totalmente distinto, ya que incluye los siete planetas del sistema en una cadena de resonancias. Para ilustrar esta singular configuración, Tamayo, Russo y su colega Andrew Santaguida, crearon una animación en la que los planetas, producen una nota de piano cada vez que pasan delante de su estrella anfitriona, y un golpe de tambor cada vez que un planeta supera a su vecino más cercano.

Debido a que los períodos de los planetas son relaciones simples de cada uno, su movimiento crea un patrón de repetición constante que es similar a cómo tocamos música.

Parece que de alguna manera poética, esta configuración especial, además de generar una melodía insigne, también puede ser responsable de que el sistema planetario haya logrado sobrevivir hasta la actualidad.

Mary Quintero

Bióloga. Apasionada por la escritura. Asesora y orientadora de medios digitales. Escribo sobre mi pasión: las ciencias.

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