Tras un trabajo de décadas, los profesores del Departamento de Física de la Universidad de Harvard, profesores Isaac F. Silveira y Ranga Días, anunciaron la creación de una diminuta muestra de metal de hidrógeno, un logro que toda la comunidad científica le prestó atención y se le llegó a catalogar como un “prodigio de la alquimia moderna”.
El prometedor metal fue presentado como un superconductor capaz de mejorar dramáticamente todo lo relacionado con la electricidad; se proyectaba para la creación de procesadores informáticos más veloces y sería capaz de ahorrar grandes cantidades de energía; también se concibió la idea de que, con este novedoso material, se podría producir una nueva generación de vehículos eléctricos altamente eficientes y que podría ser utilizado para elaborar un tipo de combustible mucho más potente para cohetes; en definitiva, en torno a la precursora creación de metal de hidrógeno, se formaron grandes expectativas.
Aunque se había creado una muestra de metal de hidrógeno, esta diminuta porción se mantenía entre dos pequeños diamantes, sometidos a una temperatura cercana al cero absoluto y a una monumental presión; pero esto era sólo el primer paso. Ahora los investigadores afrontaban un gran reto: poder hacer estable el metal, en condiciones de presión y temperatura ambiente.
Pero mientras los científicos intentaban medir la presión, usando un láser de baja potencia, surgió un pequeño “clic” absolutamente inesperado y que implicaba una consecuencia desastrosa: uno de los diamantes se había hecho añicos, tornándose en polvo fino, y la preciada muestra de metal de hidrógeno se desvaneció.
Como era de esperarse, poco tardó la polémica. La falta de evidencia de la existencia del material, ha provocado opiniones de todo tipo; una de las más estridentes, es la que afirma que la muestra de hidrógeno metálico jamás existió y que se trataba de un “espejismo” de laboratorio.
Sin embargo, los científicos de Harvard declaran que existe un buen número de posibles explicaciones, que podrían justificar la falta de cualquier evidencia de hidrógeno metálico en los restos remanentes. Sugieren que podría ser que la muestra pequeña simplemente se perdió en algún lugar, dentro del entorno utilizado para contenerlo entre la presión aplastante de los diamantes.
También podría significar que el hidrógeno metálico es inestable y que se convierte en un gas cuando se encuentra a temperatura ambiente y presión normal, lo que sería un importante revés para las esperanzas de materializar el maravilloso metal.
Esta lamentable desgracia, nuevamente nos recuerda que en la ciencia, como en la vida, no toda historia tiene un final feliz.
Silveira admite estar decepcionado, pero ahora está centrado en la creación de un entorno mejorado, y tiene esperanza de producir otra muestra de hidrógeno metálico en las próximas semanas.