A fumadores que están intentando dejar de fumar, se les facilitan paquetes de cigarrillos y son expuestos a ver imágenes de personas fumando. Quizás parezca una tortura, pero los científicos creen que la exposición prolongada a los desencadenantes ambientales para los antojos, podría ser precisamente lo que los fumadores necesitan para dejar el perjudicial hábito. Esta es una técnica conocida como terapia de extinción, la cual se enfoca en las asociaciones nocivas que impulsan la adicción, con el objetivo de “desaprenderlas”.
La terapia de extinción básicamente consiste en suprimir el reforzamiento de una conducta previamente reforzada. Por ejemplo, si un niño deja caer un juguete al piso, buscando llamar la atención, la madre sonríe, recoge el juguete y se lo devuelve, obteniendo el niño la atención que está buscando. En este caso, la respuesta de la madre refuerza la conducta del niño. Sin embargo, bajo la visión de la terapia de extinción, la respuesta de la madre sería ignorar al niño, de modo que su conducta no tuviera la respuesta esperada. Si se hace un paralelismo inverso al caso de los fumadores, es poco útil privarle del acceso a los cigarrillos o evitar ver publicidades que incitan el hábito.
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En el estudio realizado por científicos de la Universidad Médica de Carolina del Sur, a un primer grupo de 44 participantes, se les mostró un breve clip de personas fumando; esta acción estaba destinada a accionar y desestabilizar la memoria relacionada con el acto de fumar. Diez minutos más tarde, intervalo de tiempo óptimo para la manipulación de la memoria, los participantes comenzaron una sesión de exposición de una hora de duración, en la que se les mostraba repetidamente imágenes y vídeos de personas fumando y se les facilitaron cigarrillos; sin embargo no se les permitió encenderlos.
Al grupo de control, igualmente de 44 participantes, se les dio la misma sesión de la exposición de una hora, pero en vez del clip inicial que mostraba personas fumando, se les mostró un clip de personas lavando platos. Estas sesiones se repitieron por dos días consecutivos y posteriormente se inició el seguimiento conductual de los grupos. Al cabo de un mes, el primer grupo reportó una baja del 30% del deseo de fumar.
Los científicos han descubierto que cuando se accede a los recuerdos, la memoria se desestabiliza temporalmente antes de consolidar la memoria de largo plazo. Esto hace que la memoria humana sea falible y puede representar una oportunidad clínica de manipular los recuerdos inútiles que sustentan la adicción.