El estudio de las ranas se remonta a los años 1800, cuando Augustus Waller publicó un artículo sobre los nervios y papilas de la lengua de las ranas. Ya para esos días la naturaleza blanda y pegajosa de este órgano causaba fascinación; la elasticidad extrema, la fuerza de adherencia y la transparencia de este órgano, ha sido objeto de estudio e investigación hasta nuestros días.
Existen más de 4000 especies de ranas y sapos que utilizan su lengua pegajosa como un látigo, para atrapar a sus presas, más rápido de lo que un ser humano puede parpadear. No existe un mecanismo comercial conocido que pueda compararse con la velocidad de aprehensión de la lengua de las ranas. Sin embargo, poco se sabe de la física subyacente que explique esta particularidad.
En un trabajo de investigación realizado en la Escuela de Ingeniería Mecánica del Instituto de Tecnología de Georgia, Atlanta, se utilizaron videografías de alta velocidad; además, se realizaron mediciones de las propiedades reológicas de la saliva y las propiedades mecánicas del tejido de la lengua. Por último, se aplicaron estos datos a un modelo matemático para determinar el trabajo de adhesión de la lengua de la rana.
En este estudio, los científicos encontraron que la saliva de las ranas, tiene la extraña propiedad de cambiar de consistencia; pasa de ser delgada y acuosa, cuando la lengua de látigo golpea a su blanco, a ser espesa y pegajosa cuando entra en contacto con la presa, creando una trampa casi ineludible. Esta propiedad se explica debido a las altas concentraciones de proteínas de cadena larga que existen en la saliva de la rana, lo que le da una mayor consistencia del moco. Con el uso de un reómetro, un dispositivo altamente sensible para medir las propiedades de los fluidos, los científicos identificaron la velocidad de cizallamiento precisa, mediante el análisis de muestras de la viscosidad de la saliva de 18 especies de ranas.
La suavidad extrema de la lengua de la rana, 10 veces más suave que una lengua humana, mejora aún más la pegajosidad. Cuando la lengua golpea la presa, se enrosca alrededor de ella, y se extiende como una goma elástica, lo que permite que la lengua se pueda retraer con suavidad suficiente para evitar “batear” la presa.
Los investigadores creen que estos hallazgos pueden tener aplicaciones prácticas para el futuro. Por ejemplo, se puede considerar la posibilidad cierta de desarrollar aviones no tripulados (drones), equipados con un mecanismo que simule las propiedades de las lenguas de ranas, que puedan atrapar objetos en pleno vuelo.